“Hay algunos Estímulos que casi han pasado inmodificables por décadas, porque son entendidos como una conquista de la gestión de los sectores artísticos de la ciudad”. Carlos Mario Guisao. Subsecretario de Arte y Cultura (2012 – 2016).
«No es crear un proyecto para la beca, es aprovecharla para materializar algo que ya está». Diego Molina, Técnico en procesamiento digital y Tecnólogo en informático musical.
“Creo que muchos de los artistas que participan de las becas piensan a gran escala pero que sin las becas no podrían haber hecho las obras que hacen» Alejandro Vásquez, sector cultural, Director Galería Paul Bardwell, Centro Colombo Americano
«¿Qué tanto el secretario y el subsecretario tienen la capacidad de determinar qué se hace y qué se programa en Medellín? Eso, a mi modo de ver, es una concentración muy delicada del poder y de la decisión. María del Rosario Escobar. Secretaria de Cultura Ciudadana (2012-2016)
“En la Secretaría de Cultura no tienen una apuesta de difusión a la altura de ese recurso tan importante”. Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
“En Medellín lo que se promociona es competitividad y globalidad, que es un discurso estándar como respuesta a la agenda neoliberal que en Colombia está bien implementada desde los 90 con César Gaviria» Gyna Millan. Investigadora.
«¿Cómo se mide la trayectoria de un artista? En un momento era edad, en otro era número de exposiciones…¿Y es que uno cuándo emerge? Si yo me gano una beca, pero después no tengo con qué comer y nadie me conoce… emergí y me sumergí”. Juan Caicedo. Artista y docente.
«Hay una cosa con los artistas, y es que nos sentimos avergonzados de cobrar lo que vale el trabajo» Carlos César Arbeláez. Guionista. y jurado en el Programa de Estímulos.
“Creo que es tóxico que un ente gubernamental determine el tema de creación de las convocatorias. Si es así deberían llamarse “Becas pedagógicas de creación usando el arte como medio” Esteban Betancur. Docente Investigador – Música y programación
«Hoy gran parte de los equipamientos, proyectos, festivales, espacios que ofertan y que se hacen preguntas por la cultura en la ciudad son resultado de procesos de reivindicación frente a la violencia». Ana María Restrepo, Directora del Centro de Desarrollo Cultural de Moravia
“El Consejo Municipal de Cultura tiene una incidencia importante en decidir cuáles son las categorías (áreas y modalidades de los Estímulos) porque se supone que son los que están en campo abierto» Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
«Es muy duro el asunto de la cultura en una ciudad donde quienes nos administran tienen un pensamiento de san andrecito» Germán Arango “Lukas Perro”. Corporación Pasolini.
“Yo creo que podrían existir otro tipo de reconocimientos, la beca más poética… así no ganara. Y que de pronto las personas pudieran aspirar a ese reconocimiento incluso más que el dinero, porque acá nos estamos educando en ganar… es como un casino. Pero incluso en Las Vegas existe entretenimiento para los perdedores”. Federico López
«Hace falta esa conexión del Programa de Estímulos con la academia o con los gremios específicos». Olga Acosta. Co-Directora de Puente
«Sobre la innovación: Tengo problemas con ese término. Veo que es más empresarial. Para que las empresas o las ciudades aparezcan en rankings». Diego Molina, Técnico en procesamiento digital y Tecnólogo en informático musical.
«El gran hito para tener ‘Estímulos’ fue la Constitución del 91. Desde ese año los planes de gobierno debían incluir procesos culturales y el tema del reconocimiento del otro. María Emma Mejía y la Consejería Presidencial para la Paz tuvieron un rol fundamental en Medellín». Victor Muñoz. Artista e integrante del Museo Casa de la Memoria
«¿Si no hay estímulos cuál es la otra base o la apuesta cultural de la ciudad?» Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
«Es normal ver que en muchos festivales se traen unas figuras internacionales que cobran mucho, pero aquí le ofrecen tres pesos a los músicos, y eso es tenaz». Natalia Valencia. Música compositora. Magíster en Música con énfasis en Composición.
«La globalización de la telecomunicación y de la información nos permite tener una banda sinfónica en la palma de la mano». LuZero. Artista
«Las becas no estimulan la creación, estimulan la creación sociológica, es decir, estimulan los almuerzos» Santiago Rodas. Poeta. Grafitero. Co-fundador editorial Atarraya.
«El Acuerdo Municipal 48 de 2011 ha garantizado la continuidad del programa de convocatorias públicas de arte y cultural, pese a los cambios de administraciones» Isabel Cardona. Coordinadora Programa de Estímulos 2008 – 2011.
“Una falta de conocimiento de las especificidades de las modalidades hace que los montos que se ofrecen, los tiempos de ejecución que se proponen y los resultados esperados estén alejados de la realidad de cada sector” Álvaro Vélez. Historiador y Dibujante.
«Pronto se tiene que acabar la quemadera de DVD, la enviadera de documentos». Tomás Campuzano. Realizador audiovisual y Co-director de Mamut.
«Queremos unas becas con pocas ataduras para evitar el peligro de estatizar la cultura o de subordinarla» Jorge Melguizo. Secretario de Cultura Ciudadana (2005 – 2009).

“Hay que hacer visibles esas becas”

Juan Pablo Ricaurte Londoño es un hombre que cuando habla de cultura, se emociona. Lleva casi 30 años como gestor cultural y cerca de 20 como miembro del Consejo Municipal de Cultura de Medellín. Es director de la revista Ateatro y miembro de ATRAE, Asociación de trabajadores de las artes escénicas.  Nos tomamos un jugo y un café en las mesas rojas de afuera del Teatro Pablo Tobón Uribe, en el centro de Medellín, y conversamos sobre las políticas culturales y el programa de estímulos al arte y la cultura. Esto fue lo que nos contó.

¿Por qué se inicia en Medellín un programa de estímulos al arte y la cultura, cuáles son sus antecedentes?

Juan Pablo: El primer plan de desarrollo cultural que tuvo la ciudad lo construyó la sociedad en 1989, 1990. Fue acuerdo municipal y fue documento base y clave para tener el plan de desarrollo que tenemos hasta ahora, 2011-2020, es decir, Medellín fue una ciudad pionera y la sociedad civil y nosotros los grupos artísticos, teatrales, plásticos, de todas las áreas, pioneros en pensarnos en eso.

ASENCULTURA, la asociación de entidades culturales, junto con Atrae, la revista Ateatro y otros medios, empujamos mucho todo ese proceso que se nos abre con la Constitución. Eso de tener los derechos culturales reconocidos en la Constitución del año 91 fue fundamental y abrió la puerta a que hiciéramos debates en el país sobre tener una ley de cultura, que más allá de la ley, era tener un Ministerio de Cultura. Lo logramos finalmente en el año 97.

Esa Ley nos da instrumentos muy claves, muy bellos, cómo es el título 3 donde desarrolla el fomento y el estímulo a la creación, a la investigación y a la gestión cultural. Esos instrumentos son básicos, pero un instrumento que nos da potencialidad en la Constitución del 91 es la democracia participativa y el poder formar consejos o un sistema de cultura que es el título 4 de nuestra Ley.

Ahora, quiero dejar algo muy claro, que es un problema que tenemos los paisas y es que creemos que creamos la coca cola y en el tema de estímulos no, aportamos, fuimos claves. Sí tengo que decirlo que fuimos la primer ciudad que tuvo un plan de desarrollo pero también la primer ciudad en olvidar aplicarlo.

Ya Bogotá a través de Colcultura había empezado a aplicar primero los estímulos, antes de tener ley de cultura. A un hombre como Ramiro Osorio, que fue director de Colcultura y luego el primer Ministro de Cultura, le debemos todo el debate de tener una ley de cultura. Él en el año 92-93, en el gobierno de César Gaviria, crea los primeros estímulos. Crea, por ejemplo, el programa de salas concertadas.

Lo que hoy llamamos concertación es un desarrollo del fomento, del artículo 18 de la Ley. Porque hay que diferenciar, que se nos ha confundido mucho hoy, qué es un estímulo y qué es un fomento. El estímulo es la posibilidad de dar recursos para que el creador individual, colectivo, jurídico o no jurídico, cree, o se le de un premio o se vaya a una residencia. El fomento es todos los posibles proyectos que yo puedo apoyar para que la sociedad civil tenga accesibilidad a un producto o servicio cultural, entonces te voy a dar para que te vas a Londres al festival de teatro. Esa circulación o ese intercambio es de fomento, aunque hoy lo ponen en estímulos. Apoyos concertados que es apoyar festivales, eventos, eso es fomento. Son dos fases.

Ramiro Osorio fue entonces director de Colcultura en el 91, ahí tenemos la constituyente, logramos los derechos culturales. A esa constituyente le debemos que nos dijeron que la cultura somos el soporte de la nación, o sea el país es la mesa y lo que sostiene este país es la cultura y cuando hablo de cultura habló más allá de las bellas artes. A muchos de nuestros legisladores y mandatarios se les olvida eso.

Ramiro le recibe Colcultura a Juan Manuel Ospina, que es un ser muy increíble también porque por primera vez en ese año logramos el primer documento CONPES que hablara de la cultura, es decir, éramos sujetos económicos.

Un documento CONPES es decirle al Ministro de Hacienda “usted tiene que darle platica a esto, tiene que haber una política” era porque el movimiento iba hacia eso.

Luego Ramiro llega a ser director de Colcultura y crea ese programa de estímulos, que es el de becas. Impulsa mucho el teatro, las plásticas. Él se va porque empieza a trabajar en México y a él le recibe Juan Luís Mejía y tiene la tarea de impulsar el proyecto de ley. Se nos hunde en el 96, por esos temas de nuestros legisladores y en junio de 1997, 19 de junio de 1997 se aprobó y se faculta a partir del 7 de agosto del año 97, entonces nombran como primer Ministro a Ramiro Osorio y él saca toda la plataforma de convocatoria de estímulos.

Hay algo muy clave: la cultura en la constitución ya no es una inversión, es un gasto social, porque en una inversión yo puedo invertir o no invertir, depende de lo que pase, en cambio al ser un gasto social es fundamental como la educación, como todos los otros ejes del desarrollo de un país.

Después llega Andrés Pastrana. Ahí nos tocó defender el Ministerio y casualmente hicimos, entre más de 3000 personas, el primer Plan Nacional de Cultura del país. La gente dirá que para qué los planes pero ese plan fue tan fundamental, fue de 2001 hasta el 2010. El Ministro Alberto Casas Santamaría, sucesor de Ramiro Osorio, se dio cuenta de que el presidente quería recortar ministerios y el de cultura era el primero, entonces le hizo entender a Pastrana la importancia de la cultura y lo que esa movilización de personas estábamos construyendo. En los 8 años de las eras de Álvaro Uribe por ejemplo, ese Plan fue clave porque si no el cuento es otro pues un presidente llega y tiene que cumplir. Si no tuviéramos eso no tendríamos plan de música, plan de bibliotecas y tantos otros.

Ya estando ese Plan teníamos facultades para hacer muchas cosas. Ramiro Osorio hizo programa de estímulos quizás cuando mayor plata ha tenido el país para eso y se fortalecieron muchas cosas de los municipios del país. Por consiguiente la Ley nos facultaba a los municipios y a los departamentos a tener eso. Juan Luís Mejía, después de haber sido director de Colcultura, lo nombran aquí Secretario de Educación y Cultura y él jalona todo eso.

Fue Juan Luís Mejía, como Secretario de Educación y Cultura, quien establece el primer Consejo de Cultura de Medellín. En ese primer Consejo éramos 19 personas. Antes habían existido juntas y la comisión asesora en cultura del Concejo de la ciudad que en ese tiempo se permitía tener. Ese era el enlace entre la ciudadanía y el Estado. Muy interesante esa relación entre el Concejo que legisla los acuerdos, la Administración y la sociedad civil. Hemos perdido ese enlace entre los tres.

Luego Juan Luís no termina de ser Secretario y lo nombran Ministro de Cultura. Él reemplaza a Casas Santamaría. Para ese entonces ya aquí en Medellín estamos en elecciones. Llega Luis Pérez Gutiérrez y ya el periodo no era de 2 años sino de 3. Luis Pérez lo que hace es fortalecer el Consejo de Cultura. De 19 pasamos a ser 33.

Desde el Consejo siempre habíamos pensado que faltaba una política de estímulos que la Ley nos la permitía. Luis Pérez empezó a hacer cosas, el primer premio de literatura, por ejemplo. Eso desde lo público, porque ya antes existían los premios privados: Cámara de Comercio, Universidad de Antioquia, que es estatal/privado, y muchas fábricas tenían premios que con la crisis neoliberal fueron muriendo y que esa es la gran ausencia hoy de la política cultural: el sector privado. Yo recuerdo que en los primeros estímulos de Colcultura y de Ministerio el sector privado estaba, o sea, ponía un peso, más allá de los fondos mixtos.

Entonces se habían empujado algunos premios en los últimos años de Luis Pérez, pero el gran cambio que le pedía la ciudadanía era: necesitamos un ente autónomo, porque estábamos adscritos a Educación. Entonces Pérez crea la Secretaría de Cultura Ciudadana con varios temas, el tema de juventud, el tema de cultura, el tema de mujer. Hoy cada uno tiene su Secretaría propia y con el cambio que hizo Aníbal Gaviria, tenemos Subsecretaría de Arte y Cultura, que es de la que dependen en gran parte estos estímulos, Subsecretaría de Educación Ciudadana y Subsecretaría de Lectura, Bibliotecas y Patrimonio.

Ya llega Sergio Fajardo en 2004-2007. Yo era consejero y a los 6 meses de la era Fajardo, la subsecretaria y el secretario que era Juan Diego Mejía me invitan a trabajar con ellos. Lo que hoy coordinan como 10 me tocaba a mí. El sistema, lo que llamamos Sistema de Cultura, el Consejo y todo este tema de estímulos. Y arrancamos. Se sacó la primer convocatoria en 2004. Eso fue un revoltijo de todo, desde cosas comunitarias, cosas de arte, de todo. Pero ese revoltijo, viéndole ya lo positivo con el tiempo, dió la gama de cosas que podían haber en una ciudad, de posibles estímulos en la ciudad y eso invitaba a poder hacer una buena división, unas buenas facetas.

Nos dimos cuenta de que Medellín era una ciudad ávida de proyectos y que esa ciudad había sido sostenida en el 90 por la cultura y el arte en los procesos sociales de conflicto que vivimos. Fueron muchos los proyectos que llegaron. Ya en 2005  ordenamos un poco la casa y creamos el primer paquete de salas abiertas, que en esencia es el programa de salas concertadas del Ministerio y ordenamos las primeras becas de creación en casi todas las áreas. Ahí sacamos 7 áreas artísticas, más artesanos. Becas de 15, de 45 millones. Las más grandes en artes escénicas y en literatura.

¿En qué se basó la decisión de darle más recursos a artes escénicas y literatura?

JP: en la consulta que se le hacía al Consejo de Cultura y los consejos de áreas, a la cantidad de grupos que existían, al movimiento que existía. Abrimos ahí a gente con trayectoria y sin trayectoria. Luego, a finales de 2005 llega Jorge Melguizo, que primero era gerente del centro a ser Secretario de Cultura. De esa época tengo una anécdota: llega Jorge y nos dice a Adriana y a todo el equipo “Tengo una plata, ¿qué hacemos? o me toca trasladarla” y yo le pregunto “¿cuánto tenés?” y creo que eran 500 millones, ya no me acuerdo. “Hagamos los premios al arte y la cultura”, le decimos. Es la única vez que ha habido premios, fuera de los premios de homenaje y reconocimiento a vida y obra que existen hoy. Me dijo: “Juan pero es que es octubre” y yo le dije: “Hagamos premios, el que tenga la novela, la obra de teatro, la tiene montada”. No nos los inventamos, Bogotá ya tenía premios, los ajustamos acá. Eso fue muy bello. Creo que los sacamos el 6 de noviembre y cerramos como el 17 de diciembre y el 23 teníamos fallo. ¿Usted sabe qué es conseguirse jurados en diciembre? y los conseguí, para todas las áreas artísticas. Esos premios son un reconocimiento a la obra hecha.

Porque hay que ser específicos, la beca es para crear, para hacer, y quizás a la gente se le olvida que el espíritu del estímulo es para apoyar, hacer y crear, pero que ese gestor tiene que tener un 30% de avance de la obra e inclusive ojala de avance económico, y la gente se ha enseñado que con lo poquito que le dan hace y ahí hay un autoengaño.

Siguiendo con la cronología, en el 2006 se va avanzando. Se fueron aumentando áreas, modalidades, empezamos a negociar internamente con subsecretaría de juventud para hacer una beca para jóvenes, a visualizar los artesanos en este tipo de cosas, una beca con mujeres, casi logramos medio ambiente. Y se fue aumentando el dinero, el monto que se tenía para estímulos.

Y ya llega la era de Alonso Salazar. En el 2007 salimos muy temprano, en enero. Lo mismo en 2008. Jorge seguía de Secretario de Cultura. Hasta ese año estuve yo en cultura en ese tema de estímulos. Isabel Cardona me reemplazó a mí.

Ya en el 2009 creo que dan un brinco a varias áreas, sin mucha modificación, sin mucha cosa. Finalizando el 2010 entro yo a Planeación. Se iban a hacer los planes de desarrollo de las comunas y necesitaban a alguien para el componente de cultura y hoy tenemos estímulos también en Presupuesto Participativo, eso va unido.

En 2011 llega la era Aníbal y ya yo voy a dirigir Asencultura. Ya me había  ido de estímulos pero los sigo mirando, analizando. Maria del Rosario Escobar logró unos cambios, escuchó mucho al Consejo y a todas las entidades que la acompañamos por fuera. Aparecen nuevas líneas, líneas de comunicaciones, que no era que no las hubiéramos pensado antes sino que no había recursos. Se crearon los apoyos concertados, que habíamos peleado mucho por eso, que lo tiene Mincultura en el programa de concertación. Pero hoy debe hacerse una lectura de eso, ¿cuántos eventos hay? ¿a qué apoyo? Eventos de formación, eventos artístico, culturales.

Ya nos toca es sistematizar esto y decir ¿para dónde tiro esta ciudad cultural que tiene eventos? ¿esa ciudad de eventos se me está nutriendo del programa de estímulos o no? Cambios y cosas que hay que hacer en ese tema.

¿De dónde vienen los recursos para el programa de estímulos?

JP: Nuestros recursos son de los impuestos, de las transferencias que da EPM y de la transferencia del IVA y nosotros somos un municipio de buena categoría. En el año en que yo me retiré tuvimos 400 millones, eso era una maravilla. Hoy en día son 1.000, 2.000 millones pero es que ha aumentado la capacidad. Nuestra publicidad era muy pequeña, sin embargo se enteraban, el núcleo del sector cultural era pequeño también en ese tiempo.

Hay algo con el programa de estímulos que me parece importante de analizar y es que nos habituamos solamente a esa forma de creación y de gestión y eso se nos puede volver muy peligroso cuando los presupuestos del Municipio bajen, cuando alguien llegue y no tenga el respeto por la planeación y los planes de desarrollo.

En estas cosas políticas uno nunca sabe qué puede pasar. La respuesta de los estímulos también evidencia que hay una ciudad ávida de producir artísticamente pero hay preguntas que nos tenemos que hacer, no solamente lo puede soportar el programa de estímulos, que aunque ha aumentado mucho en dinero, para todo el dinero que tiene el Municipio es poco porque la esencia de estos dos, arte y cultura, es la creación y la gestión y poder que la gente disfrute del arte y la cultura o lo haga. Entonces la inversión que uno ve es poca. Aunque es mucha para lo que teníamos.

Hablemos de los jurados. ¿Qué piensa sobre tener la convocatoria de jurados?

JP: Mira, yo soy amigo y no amigo de eso. Es decir, la plataforma debe existir, pero cuando la plataforma solo me da unos resultados, es delicado. Yo puedo tener los títulos más berracos del mundo pero no la experiencia. Si yo quiero tener como jurado a un gran escritor, un gran cineasta, necesito buscar. Como Secretaria de Cultura y como coordinador de estímulos debo hacerlo. ¿Que por qué los escogí? Es que la ley te faculta, porque eres experto en eso, tu hoja de vida da ese soporte de la experiencia. Qué pasa cuando yo tengo gente de doctorados que aspira a jurado y que lo hacen porque necesitan créditos, otros porque es producción de conocimientos, es decir, hay de todo. Eso suma puntos, puntos, puntos, entonces a lo mejor el artista o gestor que es interesante queda con menos puntos, pero el que tiene más puntos por sus títulos no tiene necesariamente el conocimiento, el bagaje. Entonces hay que tener cuidado, no es que no se pueda. También produce otro problema: a veces me quedan todos de la misma tendencia y yo necesito debate más allá del número con el que uno califica. Que debatan.

Es fundamental que cuando uno compone jurados sean de diferente tendencia, distinto pensamiento filosófico, contemporáneo y para eso quien los selecciona debe saber de la obra de ese jurado, sus estéticas, poéticas, sus búsquedas. Eso en todas las áreas. No hay que ser el experto en todas, habrá áreas que uno sabrá más que otras, pero saber. Eso es algo que de pronto la plataforma no permite porque, te voy a decir, un premio de novela, no se me va a inscribir en la plataforma, no me va mandar toda esa cantidad de papeles. A lo mejor si yo lo llamo y le digo “Ve,te quiero de jurado, meteme los papeles” es diferente.

Otra cosa que hay que buscar es el encuentro de los participantes de los estímulos con esos jurados. Quizás la experiencia más linda con eso, que fue un experimento que hay que seguir haciéndolo, fue en el 2007. El día que entregamos los resultados en literatura, en vez de salir sólo la resolución así fria, hicimos un encuentro en Plaza Mayor, invitamos a todos los concursantes y estaban los 3 jurados de literatura diciendo qué encontraron: estas búsquedas, estas estéticas y explicando que los que ganaron, ganaron por esto y así. En esas se paró una niña y dice que no, que como asi, que yo escribí una novela, y le dice una jurado: “¿tu cuantos años tienes mi vida?” 25 años, responde ella. “y,¿la mujer que escribes en esa novela tiene cuántos?” “65”  “¿y has tenido a alguien cercano o un familiar de esa edad? “no” dice, “pero yo me lo imaginé”. Esa niña, que en ese momento tenía 25 años, a los 10 años fue ganadora de uno de los premios de literatura y agradecía mucho esa visión del jurado.

Eso mismo hicimos en teatro, en otras áreas, para que ese jurado pudiera encontrarse a exponer qué encontraron, qué lectura dieron y eso es clave para los que trabajamos estímulos porque sabemos hacia donde tirar. Entonces hay que buscar que la ciudadanía pueda entender a ese que evalúa. Costará más, pero es clave para ver qué lectura de ciudad hacen esos jurados.

¿Cómo ve el tema de la difusión?

JP: Nosotros al principio teníamos muy poquito. O se gastaba en comunicación o se gastaba en estímulos, esa era la disyuntiva. Sin embargo, se presentaban muchos. Hoy se tienen las redes, los pasacalles, todos los otros mecanismos que se tienen y eso ha hecho aumentar la cantidad de participantes. El después es donde no hay conexión. El Estado tiene que sentirse orgulloso de esas 25 becas, de esos 25 mil eventos que apoyó. Tan orgulloso como cuando hace la Fiesta del Libro y la Cultura, como cuando hace Feria de Flores, es decir, yo tengo una ciudad que a diario tiene tantos eventos, apoyados y ganados y al estar el Estado acompañando más eso va a hacer que quien organiza ese evento esté atento a innovar, a cambiar.

Hay que hacer visibles las becas, más allá de que las presenten en el Pablo Tobón, en el Lido. No. Esa visibilidad implica procesos de acompañamiento después de la beca

que esta vaya a un festival, que esta vaya a la Feria del libro. Porque si yo logro que en ese emprendimiento creativo muchos creadores no tengan que volver, no porque sea malo o bueno entrar en convocatorias, pero más que eso, es lograr un “consumo cultural” alto.

Otra cosa que tiene que conquistar el Estado con la sociedad civil es al sector privado pequeño, grande, mediano, a que sea parte de estas convocatorias en recursos y en público. Ahí es donde nos toca pensarnos nuevas fórmulas, nuevas cosas. Si yo como Estado logro que este evento en 5 años no necesite ya de mí el 70% sino el 10% o el 20% yo libero para que lo nuevo llegue. Pero para hacer eso hay una cosa fundamental, la planeación, la mirada, la memoria. Dejar estas memorias para poder pensarnos.

¿Qué recomendaciones le haría al programa?

JP: Muchos municipios se han vuelto copia de Bogotá, incluídos nosotros. Esa es una de las críticas, nosotros no podemos hacer copie y pegue de los términos de las convocatorias. Los términos son lectura del contexto y ahí es donde yo digo por ejemplo que no tienen que sacar todas las modalidades, esa es una negociación que se hace con el sector, porque el tema no es repartir pobreza.

Si yo quiero obras de arte, creación de arte tesas, la inversión de ese 70% que acompaña el Estado tiene que ser alta.

No hay más incidencia si hay más participación, no. Por más que lleguen, entre más participantes ganen plata no estoy incidiendo totalmente en cambios.

Se ven un mundo de cosas, como una sábana llena de cosas pero ah, ¿el impacto? más allá del impacto de cuántos asisten o no asisten, el impacto de cambios, más allá de cuánta plata.

Entonces yo como Municipio tengo que decir bueno, ¿qué quiero en artes escénicas? ¿qué quiere el sector? ¿cómo nos juntamos o no nos juntamos? Es decir, todo tiene que estar unido y en eso nuestros consultores, interventores, no tienen el tiempo. La interventoría se nos convirtió en recibir los recibos, los egresos bien gastados. Pero el interventor/consultor es quien acompaña un proceso y después puede decir: vea, hay 3 poéticas, 3 rompimientos, hay 3 grupos que están rompiendo esquemas. Más allá de que aumenten modalidades, el criterio es el porqué, las nuevas búsquedas, las nuevas cosas, si hoy no hay umbrales en las artes eso me está llevando a nuevas preguntas.

Con los 7.000, 10.000 millones que hay hoy en esa bolsa se puede hacer. Porque ¿qué gano con pedir 20.000? No es cuánto sino es qué. Qué logro con esa obra plástica o ese documental o ese guión, si lo ganó en 2018 ojalá que en el 2025 esté producido. Que esa obra de ese escritor llegue no a la Feria del libro de Medellín, que es muy importante, pero que llegó a la de Bogotá, a la de Guadalajara, a la de Alemania, que esa obra plástica llegó a la bienal de Sao Paulo o a la de la Habana. Es decir, un ciclo para establecer diálogos. Pero esto implica un estudio. Más allá de que nuestros consultores revisen papelitos. Ahora, esto tiene que importarle al Alcalde y al Secretario de turno, más allá de colocar la plata o de colocar unos buenos consultores o asesores. A ese Alcalde o a esa Secretaria hay que verlos, en los resultados de las becas, en las muestras de los eventos, porque él se está enterando de cuál es el pulso de esa ciudad, o sea que fuera de perseguir lo que están persiguiendo, las bandas ¡que persigan a los artistas, para que los vean!

Otra recomendación que yo siempre he querido es que los estímulos tengan un circuito cerrado, no que cada año nuestros creadores y grupos estén haciendo carrusel, hoy me presento a nombre tuyo para ganarme una beca para poder crear. Y que las becas llegan y mueren en un momento, independientemente de la calidad.

Debe ser un circuito cerrado, en el sentido en que yo apoyo para crear, pero debo apoyar para que circule en el territorio pequeño, local, hasta lograr llegar al internacional. Pero ese ciclo debe producir un conocimiento, debo producir una sistematización, es importante que sistematicemos lo que hemos hecho, que veamos en lo que hay errores, que no nos creamos la coca cola sino que veamos qué particularidad tenemos nosotros porque el tema no es tener mucho dinero sino qué hago con él, a qué afecto.

Yo puedo llegar y decir: este año no voy a sacar becas de X área, porque me arroja apoyar la investigación de ese sector para que esa investigación me diga el otro año: las becas de ese sector deben ser para este lado. Eso tiene que ver con la lectura de la poética, las estéticas, todo esto. Ese ciclo hay que cerrarlo y nosotros no hemos podido hacerlo. No es que gane creación y concurse luego para que gane circulación, no, es un acompañamiento. O sea que quien gane ahora, en 4 años no me vuelve a concursar, porque lo acompañé en un proceso, y ahí puede haber emprendimientos y todas esas cadenas que ya conocemos. Pero para poder concursar yo tengo que tener una formación, aquí se nos olvida ayudar a formar, más allá de enseñarle marco lógico o cualquier metodología de hacer proyectos.

Otra cosa, ojalá hoy en día ya no entreguemos nada en papel. Más allá de lo ecológico, es la facilidad de los medios virtuales, el archivo, la memoria, que es uno de los temas más complejos. Pero también soy consciente de que hay gente que no tiene ese manejo todavía, entonces no se pueden cerrar ventanas.

Yo pienso que los estímulos son una gran herramienta para visualizar el arte y la cultura en una ciudad, pero no se nos puede convertir hoy en día en simplemente un programa, tiene que ser columna vertebral del programa de cultura y arte. Y cuando yo digo convocatoria de estímulos no me refiero solamente a las bellas artes, hoy en día el abanico es otro y hay muchas ramas y híbridos y cosas que hay que pensarse.

Autora: Natalia Villa

Comunicadora Social- Periodista de la UPB. Se la pasa escuchando historias, algunas las escribe, otras las cuenta en imágenes en movimiento. Aprendiz de maga/yogui/hippie.

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