«Es muy duro el asunto de la cultura en una ciudad donde quienes nos administran tienen un pensamiento de san andrecito» Germán Arango “Lukas Perro”. Corporación Pasolini.
«El gran hito para tener ‘Estímulos’ fue la Constitución del 91. Desde ese año los planes de gobierno debían incluir procesos culturales y el tema del reconocimiento del otro. María Emma Mejía y la Consejería Presidencial para la Paz tuvieron un rol fundamental en Medellín». Victor Muñoz. Artista e integrante del Museo Casa de la Memoria
“En la Secretaría de Cultura no tienen una apuesta de difusión a la altura de ese recurso tan importante”. Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
“Hay algunos Estímulos que casi han pasado inmodificables por décadas, porque son entendidos como una conquista de la gestión de los sectores artísticos de la ciudad”. Carlos Mario Guisao. Subsecretario de Arte y Cultura (2012 – 2016).
«Hay una cosa con los artistas, y es que nos sentimos avergonzados de cobrar lo que vale el trabajo» Carlos César Arbeláez. Guionista. y jurado en el Programa de Estímulos.
“En Medellín lo que se promociona es competitividad y globalidad, que es un discurso estándar como respuesta a la agenda neoliberal que en Colombia está bien implementada desde los 90 con César Gaviria» Gyna Millan. Investigadora.
«¿Cómo se mide la trayectoria de un artista? En un momento era edad, en otro era número de exposiciones…¿Y es que uno cuándo emerge? Si yo me gano una beca, pero después no tengo con qué comer y nadie me conoce… emergí y me sumergí”. Juan Caicedo. Artista y docente.
«¿Si no hay estímulos cuál es la otra base o la apuesta cultural de la ciudad?» Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
“Una falta de conocimiento de las especificidades de las modalidades hace que los montos que se ofrecen, los tiempos de ejecución que se proponen y los resultados esperados estén alejados de la realidad de cada sector” Álvaro Vélez. Historiador y Dibujante.
«Es normal ver que en muchos festivales se traen unas figuras internacionales que cobran mucho, pero aquí le ofrecen tres pesos a los músicos, y eso es tenaz». Natalia Valencia. Música compositora. Magíster en Música con énfasis en Composición.
«El Acuerdo Municipal 48 de 2011 ha garantizado la continuidad del programa de convocatorias públicas de arte y cultural, pese a los cambios de administraciones» Isabel Cardona. Coordinadora Programa de Estímulos 2008 – 2011.
«La globalización de la telecomunicación y de la información nos permite tener una banda sinfónica en la palma de la mano». LuZero. Artista
«¿Qué tanto el secretario y el subsecretario tienen la capacidad de determinar qué se hace y qué se programa en Medellín? Eso, a mi modo de ver, es una concentración muy delicada del poder y de la decisión. María del Rosario Escobar. Secretaria de Cultura Ciudadana (2012-2016)
«Queremos unas becas con pocas ataduras para evitar el peligro de estatizar la cultura o de subordinarla» Jorge Melguizo. Secretario de Cultura Ciudadana (2005 – 2009).
“Creo que muchos de los artistas que participan de las becas piensan a gran escala pero que sin las becas no podrían haber hecho las obras que hacen» Alejandro Vásquez, sector cultural, Director Galería Paul Bardwell, Centro Colombo Americano
“El Consejo Municipal de Cultura tiene una incidencia importante en decidir cuáles son las categorías (áreas y modalidades de los Estímulos) porque se supone que son los que están en campo abierto» Javier Burgos. Ex Coordinador Casa de la Cultura Los Alcázares.
«Sobre la innovación: Tengo problemas con ese término. Veo que es más empresarial. Para que las empresas o las ciudades aparezcan en rankings». Diego Molina, Técnico en procesamiento digital y Tecnólogo en informático musical.
«Pronto se tiene que acabar la quemadera de DVD, la enviadera de documentos». Tomás Campuzano. Realizador audiovisual y Co-director de Mamut.
«Hace falta esa conexión del Programa de Estímulos con la academia o con los gremios específicos». Olga Acosta. Co-Directora de Puente
«Las becas no estimulan la creación, estimulan la creación sociológica, es decir, estimulan los almuerzos» Santiago Rodas. Poeta. Grafitero. Co-fundador editorial Atarraya.
“Creo que es tóxico que un ente gubernamental determine el tema de creación de las convocatorias. Si es así deberían llamarse “Becas pedagógicas de creación usando el arte como medio” Esteban Betancur. Docente Investigador – Música y programación
«No es crear un proyecto para la beca, es aprovecharla para materializar algo que ya está». Diego Molina, Técnico en procesamiento digital y Tecnólogo en informático musical.
“Yo creo que podrían existir otro tipo de reconocimientos, la beca más poética… así no ganara. Y que de pronto las personas pudieran aspirar a ese reconocimiento incluso más que el dinero, porque acá nos estamos educando en ganar… es como un casino. Pero incluso en Las Vegas existe entretenimiento para los perdedores”. Federico López
«Hoy gran parte de los equipamientos, proyectos, festivales, espacios que ofertan y que se hacen preguntas por la cultura en la ciudad son resultado de procesos de reivindicación frente a la violencia». Ana María Restrepo, Directora del Centro de Desarrollo Cultural de Moravia

Pedagogía y artes. Prácticas imaginativas y ¿transformación urbana?

Autora: Elena M. Gómez/ elmago116@gmail.com / @elmago116

Actual coordinadora de procesos educativos del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Tiene a su cargo el diseño, la coordinación general y el seguimiento de los programas del área de educación tales como: el programa de visitas, La escuela de mediadores, el programa de creación y experimentación, y los programas de tejido social.  Tiene formación como ingeniera de diseño y actualmente es aspirante a magíster en estudios humanísticos de la Universidad EAFIT.

Hay una transitividad lingüística interesante entre el arte, la educación, la construcción de ciudadanía y la cultura, pero esta facilidad de tránsitos verbales sumados a las dinámicas específicas de cada una de esas áreas, hacen que sus relaciones e intersecciones se problematicen. Intentaremos ver estas relaciones a través de unas nociones específicas como arte relacional, pedagogía, imaginación y ciudad, entre otras, y las desarrollaremos en tres partes: primero la relación entre la ciudad y la imaginación para acotar la dimensión de ciudad en esta reflexión y en el hacer artístico; después, hablaremos sobre la relación entre imaginación y procesos de creación en las artes y en la cultura, desde el arte relacional y la relación arte y comunidad; finalmente, desde la creación y la transformación social nos preguntaremos sobre las dimensiones en las que esto es posible dentro de la actividad imaginativa que se nutre de las herramientas del arte. Lo anterior para construir preguntas que permitan al lector acercarse conceptualmente a un “algo” que se estimula en la ciudad cuando se destinan fondos y atención de la administración municipal al arte, como práctica imaginativa y su relación con un hacer pedagógico. Así que, probablemente, sentirán que todo el tiempo estaremos hablando de pedagogía aunque solo la nombremos en algunos apartes específicos.

Desde el 2012 uno de los mecanismos de cumplimiento de la Ley General de Cultura en Colombia son los llamados Estímulos para el arte y la cultura, dentro de los cuales están inscritas las Becas de creación o Estímulos PPcultura. En la resolución 201850055174 del 6 de agosto del 2018, la administración local expresa, al presentar sus becas, que «se garantiza la innovación, creación, equidad, transparencia y sostenibilidad» en la ciudad de Medellín. El presente texto utiliza estos estímulos a la cultura para reflexionar, desde lo conceptual, sobre lo que genera en la ciudad el hecho de incentivar estas prácticas imaginativas.

Entonces, teniendo esto presente, empezaremos dicha exploración de forma especulativa y conceptual desde sus dinámicas de creación, de interacción entre las artes y los públicos, dinámicas propias de construcción simbólica y de sentido de ciudad, y de relaciones estrechas con la pedagogía en un contexto urbano. Nos enmarcan, principalmente, estos proyectos que relacionan la práctica artística con el contexto social que llamamos “comunidad”, los que usan a menudo la palabra pedagogía en relación con el arte y dicho contexto urbano para nombrar su hacer. En todo el texto verán que no trato de forma directa el término “comunidad” porque tiene cierta sensibilidad justo en las intersecciones que abordaré.  

La relación arte, contexto social y pedagogía se manifiesta en las convocatorias de los estímulos al arte y la cultura, pues en ellas está explícito el deseo de la administración municipal por potenciar una construcción de ciudadanía, seguido de una serie de estrategias que, en ese sentido, usan los diversos grupos y agentes culturales de la ciudad, y que tienen un impacto muy difícil de evidenciar. Solo las personas que están inmersas en estos proyectos alcanzan a ver lo que ocurre en términos de transformación social, y comunicarlo suma otra dificultad pues, en la diversidad disciplinar en la que éstos acontecen, es común que se carezca del andamiaje conceptual para tejer una red de reflexiones que permita explicar dichas transformaciones. En este texto hay una intención heurística que tal vez permita comprender mejor las acciones pedagógicas en el contexto del arte en la ciudad.

Me valdré de nociones de la sociología, la filosofía del arte y la estética para construir preguntas que ayuden a reflexionar y especular sobre los efectos de las prácticas  en el tejido social, buscando que estas líneas le permitan a alguien repensar alguna práctica, o inspirarse en alguna relación de sentido que encuentre resonancia con sus proyectos, o sencillamente, que acompañe la exploración consciente que realizó el equipo del proyecto Sospecha de un archivo, que quijotescamente se propuso revisar los proyectos ganadores de dichas convocatorias desde 2013 hasta hoy.

La ciudad y la imaginación

La noción de ciudad es en apariencia muy pragmática y concreta, es una noción que permea casi todos las dimensiones de lo humano. Manuel Castells, sociólogo y economista español, dice que lo urbano es una forma de habitar el mundo [ 1 ], y no tiene ni dimensión poblacional específica ni extensión territorial definida que lo constituya, ni siquiera es patente la relación polar con lo rural. Hay muchas particularidades en cada ciudad pero, en las formas elementales de habitar ciudades y “pueblos”, que reconocemos en casi todas las partes del mundo, hay una idea, así sea rudimentaria, de lo urbano.

El economista colombiano y ex viceministro de Vivienda, Desarrollo Urbano y Agua Potable, Fabio Giraldo Isaza, propone comprender las ciudades colombianas desde la creación, en un artículo que dentro de poco tendrá dos décadas de publicado, y que aún así vale la pena ser revisado en este momento y con esta exploración; ya que el pensamiento central de la sociedad contemporánea no puede realizarse omitiendo la teoría económica y sus modelos matemáticos, aunque ellos «no explican sino una porción limitada de una realidad social, la restante sólo se capta con el pensamiento reflexivo»  [ 2 ]. Dice además que es mejor trabajar la problemática de la ciudad desde la creación y no desde el desarrollo, entendiendo por creación al «surgimiento de nuevas determinaciones en cuanto hay creación de nuevas formas» [ 2 ], y así establece una relación con la imaginación. En este sentido, «la construcción de lo físico [en la ciudad] es importante, pero ello por sí mismo no constituye la ciudad como institución imaginaria de la sociedad» [ 2 ]. Según esto, tenemos una forma imaginaria institucionalizada de habitar la ciudad que no se agota en la infraestructura física y que además tiene una realización colectiva y otra individual, como lo amplía posteriormente el autor.

Ilustración de la autora

Sabiendo esto es pertinente preguntarse: ¿qué es eso que se estimula o incentiva en una ciudad, como institución imaginaria colectiva, con los mecanismos de estímulos a la cultura?

O una más, que a mi parecer puede verse como una rápida obviedad, pero lentamente es un pregunta compleja y abierta a indagaciones: ¿por qué estimular la producción, la investigación y la experimentación artística es una manera de incentivar la acción imaginativa de una ciudad? Entonces ¿de dónde sacamos que dichas prácticas artísticas en sí mismas transforman al tejido social de la ciudad?

Sabemos que los estímulos para la creación tienen cada año, y según cada plan de gobierno, unas particularidades temáticas y unas áreas de interés. Yo identifico que desde los planteamientos de las convocatorias de proyectos se están incentivando de base tres tipos de actividades: la producción de obra, la investigación artística y la producción de arte con búsquedas puntuales hacia transformación social. En lo que plantearé a continuación se podrían tejer relaciones con todas, pero habrá aquí un enfoque a estas últimas en las que, idealmente, hay una intención de transformación social y por ello unas afinidades relativas e importantes con la disciplina pedagógica.

Es usual adjetivar como pedagógicas a algunas prácticas artísticas y con este adjetivo se distancian, por un lado, de las prácticas educativas que tienen como finalidad dar forma profesional a nuevos artistas, y por otro, de los procesos educativos que en sí mismos asociamos a las prácticas del colegio o de la escuela  [ 3 ]. Estas realizaciones de lo artístico se acercan más a procesos de ejercicios creativos de ciudadanía, los cuales quedan en una zona gris, en un estadío de nebulosa que tiene ciertos elementos químicos para detonar muchos tipos de estrellas o planetas y la inestabilidad necesaria para que se generen una especie de entropía.

Esto deviene en un espacio creativo que tal vez no es tan abierto dentro de la misma institucionalidad del arte, y que tiene un ingrediente principal: aquello que llamamos “comunidad”. George Dickie nos dice que «las obras de arte son arte como resultado de la posición que ocupan dentro de un marco o contexto institucional»  [ 4 ] y, aunque no estamos buscando validar estas formas de producción cultural y artística como arte, esto nos propone preguntarnos por un lugar en el que ellas están.

Ilustración de la autora

Esto deviene en un espacio creativo que tal vez no es tan abierto dentro de la misma institucionalidad del arte, y que tiene un ingrediente principal: aquello que llamamos “comunidad”. George Dickie nos dice que «las obras de arte son arte como resultado de la posición que ocupan dentro de un marco o contexto institucional»  [ 4 ] y, aunque no estamos buscando validar estas formas de producción cultural y artística como arte, esto nos propone preguntarnos por un lugar en el que ellas están.

Prácticas imaginativas de ciudad y procesos de creación en las artes y en la cultura

Con las palabras transformación y pedagogía en la reflexión artística es inevitable traer a colación alguna noción de cultura y con ellas, todas sus discusiones. Pero no intentaré acotarlas, pues me interesa pensarlas desde sus efectos. Entonces, «la cultura, cualquiera que sea, funda en los sujetos una epistemología desde donde interpretamos el mundo y nos relacionamos con él»  [ 5 ]. Así, la cultura de una ciudad es un marco de interpretación cotidiana, cercana y en presente, con la cual los sujetos construyen sus vidas y sus formas urbanas de habitarla. En este texto entendemos los espacios de producción cultural no de forma reduccionista [ 6 ], sino de manera compleja para que otras preguntas surjan y para experimentar con un marco de conceptos en los cuales se pueda construir sentido sobre los proyectos que ahondan en la transformación de la cultura. Después habrá que pensar el lugar de estos marcos en relación con una intención de transformación. En este contexto, podemos decir que la transformación es una especie de desmovilización o un cambio, un tránsito constante y subjetivo de un estado a otro, para este caso: de una cultura urbana, y por ello, de dichos marcos con los que interpretamos y habitamos “un mundo urbano” como diría Castells.

Si conectamos estas ideas con las prácticas imaginativas a nivel ciudad aparece, entre otras cosas, un modo particular de pensar: el pensamiento artístico. Es esa forma en la cual los artistas elaboran lo que comprenden del mundo por medio de herramientas que se crean constantemente en el arte y que vuelven a él en muchos casos y en otros, van a la comunidad, a esa “otredad del arte”.

Ilustración de la autora

Es común que la forma en la que los artistas piensan el mundo se nos antoje ficticia e irreal y lo es, pero no es una ficción ingenua, «se trata siempre de inventar “irrealidades”. Esta es la tarea del arte, de la poesía, de la imagen artística en su sentido más radical»  [ 7 ]. Jorge Wagensberg, museólogo catalán, complementa esta idea proponiendo que aquello que piensan los artistas puede describirse desde tres características base que lo diferencian de otras formas del pensamiento: la relación con lo superfluo o la complejidad, la presencia del sujeto y la relación con el error  [ 8 ]. Entre Wagensberg y Nietzsche, concluimos que

aquella manera en la que los artistas piensan el mundo es irreal, compleja, subjetiva y continua, o que no se detiene en una percepción del error, y esto pareciera inservible, inasible e incomprensible, pero de una forma inexplicable son estas dinámicas de pensamiento las que han servido de herramientas a numerosos artistas (y no artistas) en su deseo de conectarse con la realidad, de transformar la sociedad.

Ya, si lo logran o no, es agua de otro tinto. Pero, primero, ampliaré aquí eso extraño que pasa en un artista cuando piensa en el mundo y también cuando piensa la ciudad (luego ataré este cabo suelto).

Hoy se entiende que lo que hace un artista es sobre todo pensar el mundo, y esto aplica particularmente a «la obra de arte contemporáneo [que] ha pasado a ser un objeto de pensamiento» [ 9 ] y es que estas prácticas empiezan a verse en los artistas que se consideran modernos y con un auge mayor en los contemporáneos.

Ilustración de la autora

Hay “algo” que pasa cuando esta forma de pensar artística se encuentra con la comunidad, aparentemente extra-artística, un “algo” inexplicable que trataré de explorar desde las siguientes nociones que vienen de las humanidades y el arte. Nociones como artista/autor, artesano, arte relacional, arte como intersticio social y modelo de mundo o visión de mundo, que nos permiten mirar ese “algo” no definido a través de las reflexiones de algunos pensadores. Les propongo que las pongan a interactuar con ustedes y que ejercitemos la construcción de sentido alrededor de la transformación social, para ir un poco más allá de la misma experiencia, explicándola cada vez mejor, y así, con una ingenuidad rigurosa y estudiosa, seguir creyendo en las posibilidades transformadoras del arte en la ciudad.

En este momento vale la pena traer la noción de arte relacional: «un arte que tomaría como horizonte teórico la esfera de interacciones humanas y su contexto social, más que la afirmación de un espacio simbólico – autónomo y privado – da cuenta de un cambio radical en los objetivos estéticos, culturales y políticos puestos en juego por el arte moderno» [ 10 ]. Esto sucede en un espacio de intercambios distintos a los vigentes en el sistema que define un rol para el arte como intersticio social como ese espacio de encuentro, permeable en muchas direcciones, con distintas otredades, una de ellas la comunidad.

Ilustración de la autora

El artista de estas prácticas no es este genio inspirado por las musas, idea que llevada al contexto social-urbano, hace pensar en que tampoco es “quien sabe” cómo debe ser una “buena” sociedad y por lo tanto no puede tener una búsqueda de una “buena” transformación. Por lo tanto, él es un alguien que trabaja como un artesano del lenguaje, diría el filósofo francés Ricoeur en el marco discursivo, o de la forma, como diría Bourriaud en el ámbito estético.

Considero tanto la forma como el discurso porque están presentes de diversas maneras en las prácticas artísticas que estamos abordando en este texto.

El mundo configurado por el arte ayuda a resignificar el otro mundo desde el trabajo artesanal, y este consiste en la «composición o disposición […] que hace [de una obra] una totalidad irreductible a una suma [de sus partes]» [ 11 ] o «una unidad coherente, una estructura (entidad autónoma de dependencias internas) que presenta las características de un mundo» [ 10 ]. Entonces, lo que llamábamos más arriba como pensamiento artístico con esas características, ahora se nos presenta como un proceso que al conectarse con una otredad, que en este caso es la llamada “comunidad”, puede entenderse desde tres aspectos: 1. configura un mundo posible que es un complejo del mundo subjetivo del artista que incluye su postura frente a él y una propuesta de resignificación de este; 2. una referencia persona a persona que es la experiencia de encuentro traída al lenguaje (de manera extensiva al lenguaje artístico) y 3. la posibilidad de resignificación del mundo propio de esa otredad en conexión el mundo del artista/autor/artesano [ 12 ].  

Todo el tiempo decimos que las ciudades se transforman, y lo hacen efectivamente, pero ¿cómo se transforma una ciudad al resignificarse? Podría sonar un poco extraña la pregunta puesto que las palabras de ella remiten directamente al cambio. Luego me pregunto:

¿Cuál es el rol del pensamiento artístico? ¿Cómo esa forma de ver o ese modelo de mundo ficcional genera en una sociedad la posibilidad de que además de los edificios y las calles, las personas y sus formas de habitar también se transformen?

Juguemos a que con estas tres fases podría explicarse. Primero, el artista configura el mundo, por ejemplo, sobre los procesos de género. Con tal mundo muestra su postura frente a la problemática que observa y le propone a la comunidad un hacer que construya sentido alrededor de esta, conversando, pintando o tejiendo, es decir, por medio de una estrategia del arte. Empieza la segunda parte, hay una referencia persona a persona, una sensación de igualdad o de identificación que tiene tanto elementos significativos del artista y su postura, como de la comunidad que recibe su postura y reacciona. Hay aceptación o rechazo, o un incentivo a contar historias relacionadas, o una reflexión vital o experiencial frente a ese modelo de mundo. Finalmente, se rompe la burbuja de ficción, la comunidad está en su realidad con la anomalía de haber construído sentido en la suspensión gravitacional de la ficción del arte, pero reaparece y ya se pensó algo que no había pensado frente al género y tiene sentido también “en la realidad propia”. Lo anterior fue solo un ejemplo, ahora léase de nuevo cambiando el término artista por el de comunidad y viceversa, ¿Qué creen que pasa? ¿También hay resignificación en el otro sentido? Así una sociedad que poco incentiva procesos de resignificación desde este tipo de pensamiento es una sociedad que puede crecer mucho en términos arquitectónicos, pero que probablemente sus imaginarios de ciudad se transformen igual de poco.

Esto no se ve propiamente en la realidad pues intentar percibirlo tal cual, es pensar que con los ojos desnudos puede verse un átomo en la naturaleza. Yo construí la relación que planteo desde las experiencias que he tenido con este tipo de trabajo, con diversidad de artistas y con otras propuestas que también he conocido directa o indirectamente. Les propongo ponerse estas gafas para mirar sus propios procesos y experimentar con estas nociones a ver qué pasa en sus formas de verlos y de entenderlos.   

Ilustración de la autora

Hasta aquí abrimos la experiencia de los elementos que están interactuando en ese intersticio social permeable, pero nos falta conectarlo con las prácticas imaginativas de una sociedad que al principio de este texto consideramos como gran parte del habitar urbano, y después de esto, ampliaremos las posibilidades para hablar de transformación y de pedagogía en estos contextos.

Entre la creación y la ¿transformación social?

La forma de producción cultural que se incentiva con la presencia del pensamiento artístico y de sus formas artesanales de trabajar, remite a la acción imaginativa que ya habíamos nombrado. Ahora, nos estábamos preguntando al principio de este texto por la razón por la cual asumimos que estas dos actividades están automáticamente relacionadas, y cuando sí lo están, ¿qué es lo que podríamos especular que pasa? Es decir, cuando el pensamiento artístico se encuentra con una de sus otredades, con una comunidad, ¿cómo describir lo que pasa? (¿recuerdan aquel cabo suelto?). Para explorarlo recorreremos la noción de la imaginación, luego esta misma en términos sociales o de comunidad, y finalmente, la acción artística en ese contexto.

Dijimos que la cultura es un marco desde el cual nos relacionamos con la ciudad, podemos extrapolar ese campo epistémico (que nombra Vich) a un campo semántico, es decir, un conjunto de significados que devienen en la manera de habitar la ciudad. Ricoeur nos dice que «imaginar es en primer lugar reestructurar campos semánticos» [ 13 ], desde lo cual diremos que las prácticas imaginativas de una ciudad reestructuran las formas de entenderla y constituye el marco en el cual el ciudadano interpreta su proyecto vital. En consecuencia, este recrea a la ciudad como institución imaginaria de la sociedad desde una gran diversidad de actividades imaginativas que no se limitan solamente a las del arte, sabemos que esto es un asunto que sucede aún sin la presencia del pensamiento artístico. Ahora, para que una práctica artística genere esta reestructuración podemos pensar que ésta debería poder leerse desde los elementos descritos en los párrafos anteriores.

Además, hay un paréntesis que se hace necesario porque estamos asumiendo que el incentivar unas prácticas imaginativas con las herramientas del arte en la ciudad es eminentemente positivo, pero sabemos que en ellas también existe la posibilidad de patologías sociales. Tomaremos una perspectiva conceptual que considera que las prácticas imaginativas (desde el arte o desde cualquier otro discurso), se manifiestan a escala sociedad de dos maneras, como ideologías o como utopías, y cada una tiene degeneraciones o patologías. La utopía, que se somete a la ensoñación, construye una crítica al mundo real y se torna esquizofrénica, no tiene en cuenta las restricciones espacio-temporales, ni las contradicciones en la acción humana. Mientras que la ideología destruye por medio de la distorsión y disimulo, y necesita de sus creyentes no de la crítica, por eso, aunque nace en las prácticas imaginativas, en su lado destructor genera la total ausencia de imaginación [ 12 ]. Sería interesante analizar estos asuntos en los proyectos presentados a los estímulos de creación de la municipalidad.

Ahora bien, ¿a esta dinámica la podríamos nombrar pedagógica? Le habíamos asignado el adjetivo de pedagógica, pero ¿esto tiene sentido o es solo una manera de diferenciarse de otras actividades? Pues lo tiene, aunque no sucedan en un aula o el artista no sea un profesor propiamente dicho, sólo si suma una acción puntual reflexiva sobre los efectos educativos que la actividad imaginativa propone a una comunidad. Es allí donde encontrará relacionados todos los elementos anteriores que ayudan a una comunidad a resignificarse, como decíamos antes.

Podríamos entenderlo en niveles de construcción de sentido. Si una acción artística estimula una reestructuración semántica como hemos descrito, hay un nivel de transformación desde lo artístico, y si a esto se le suma una reflexión de lo sucedido desde dimensiones educativas integradas a la acción artística, habrá una actividad imaginativa pedagógica.

También encontramos en una investigación sobre prácticas artísticas latinoamericanas relacionadas con lo educativo, desde TEOR/éTica – Costa Rica, cómo evidenciaban que como efecto de estas prácticas contemporáneas «se cruzan y se confrontan las disciplinas que ordenan el campo de conocimiento dando como resultado procesos híbridos que desafían las formas de hacer, pensar y actuar desde el arte» [ 13 ] e incluso, a encontrar en las acciones educativas de este tipo un «lugar de avanzada para redefinir los alcances públicos del arte» [ 13 ]. Así, sumamos a lo dicho anteriormente, que en el arte no hay una frontera disciplinar excluyente e incluso, ha obtenido fuerzas al integrarse al discurso pedagógico.

La pedagogía aún lucha para constituirse como campo académico y como disciplina en nuestro país, pero hay una intencionalidad reflexiva que no puede faltar para que alguna práctica pueda llevar este adjetivo. La pedagogía moderna, entendida como un ejercicio técnico que tenía lugar en un salón de clase entre profesor y alumno, fue cuestionada y construye su discurso desde “la reflexión sobre las diversas estrategias generacionales e institucionales para la vinculación crítica del hombre con la vinculación de sentido que configura su presente, en relación con su pasado como tradición y su futuro como proyecto, no como totalidad sino como experiencia siempre abierta y sujeta a crítica” [ 14 ]. Es evidente que hay una relación posible entre las prácticas artísticas pedagógicas, pero esta reflexión no necesariamente hace parte de todos los proyectos artísticos que trabajan con la comunidad.

Para concluir, volvamos a pensar en la transitividad lingüística que planteamos inicialmente entre el arte, la educación y transformación cultural de la ciudad y allí encontramos una pregunta que deberá verse desde la experiencia: ¿Cómo se evidencia entonces la transformación social desde el arte?, es decir, ¿Qué creen ustedes que se evidencia en el momento de resignificación de los marcos interpretativos de una ciudad? Esto no pasa de un día para otro, además es una actividad que debe mantenerse en el tiempo. Espero que sigamos con una idea un tanto ingenua de la posibilidad de transformación, entendiéndonos como seres simbólicos altamente vulnerables a estímulos semánticos que se pueden propiciar en los intercambios que suceden entre el pensamiento artístico y su otredad, llamada comúnmente como “comunidad”.

[ 1 ] Castells, M. (1979). La cuestión urbana (No. 711: 316). Siglo Veintiuno de España,.

[ 2 ] Tovar, C. A. T., & Hernández, E. P. (2000). La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad. Univ. Nacional de Colombia.

[ 3 ] Touriñán López, J. M. (2016). Educación artística: Sustantivamente“educación” y adjetivamente “artística”. Educación XX1, 19(2), 45-76, doi: 10.5944/educXX1.19.2, 19(2), 45-76, doi: 10.5944/ educXX1.19.2. 14466

[ 4 ] Dickie, G. (2005). El círculo del arte. Barcelona: _Paidós.

[ 6 ] Bourdieu, P. (1995). Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario. Anagrama.

[ 7 ] Calvo, R. W. (2011). Arte y conocimiento: ensayos de filosofía del arte. Universidad del Atlántico, Facultad de Ciencias Humanas

[ 8 ] Wagensberg, J. (2009). Yo, lo superfluo y el error. Barcelona: Tusquets, ISBN, 978-84.

[ 9 ] Oliveras, E. (Ed.). (2011). Cuestiones de arte contemporáneo: hacia un nuevo espectador en el siglo XXI. Emecé.

[ 10 ] Bourriaud, N. (2001). Estética relacional. In Modos de hacer: arte crítico, esfera pública y acción directa (pp. 427-446). Ediciones Universidad de Salamanca.

[ 11 ] Ricoeur, P. (2001). La metáfora viva. Ediciones Cristiandad.

[ 12 ] Ricoeur, P. (2008). Hermenéutica y acción. De la hermenéutica del texto a la hermenéutica de la acción. Prometeo Libros Editorial.

[ 13 ] Ricoeur, P. (2006). La vida: un relato en busca de narrador.

[ 13 ] Cervetto, R & López, M. (2017) Agítese antes de usar. Desplazamientos educativos, sociales y artísticos en América Latina

[ 14 ] Echeverri, A., Zambrano, A., Rodríguez, H., Palacio, L. V., Ramírez, M. L., Garcés, J. F., … otros. (2001). Tendencias pedagógicas contemporáneas. maestros gestores de nuevos caminos. Medellín.

[ 15 ] Vich, V. (2014). Desculturizar la cultura: la gestión cultural como forma de acción política. Siglo Veintiuno Editores.

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