Cuando la vida se nos vuelve otro cuento
De la ingeniería administrativa a la literatura: decisiones y búsquedas de Janeth Posada, escritora ganadora en dos versiones de los Estímulos de arte y cultura, en la categoría de creación de cuento.
«Mija, ¿usted a qué se va a salir de trabajar si gana tan buena plata?», esa fue la única pregunta que le hizo su mamá cuando decidió dejar el trabajo administrativo y en sistemas para acercarse al mundo editorial.
«No creo que les haya tomado tan de sorpresa, mi familia ha sido muy querida conmigo aunque les dio pesar cuando me salí de trabajar», cuenta Janeth Posada, escritora, editora e ingeniera administradora de la Universidad Nacional con especialización en gerencia de sistemas y tecnología de la UPB. Nombrar sus títulos es entender, como ella dice, que la profesión la acompañará siempre y que, en esta ocasión, la literatura le va ganando la partida a la ingeniería.
«Cuando era pequeña vivía en Florencia, donde había una filial de la Piloto que se llama Trenes de papel. Dos vagones divinos, era un sueño ir allá», recuerda Janeth de su infancia. Ella dice que no se metió a estudiar literatura por psicorígida. Sin embargo, desde niña leyó e incluso durante su formación como ingeniera participó en un taller de escritura en la universidad. En el 2008 publicó su primer libro, de poemas, un texto con el que está “en proceso de paz, para aprovechar la coyuntura”, dice.
Elkin Restrepo recuerda cuando la conoció como poeta. “Ese libro de poesía es de hace varios años y tiene las virtudes y limitaciones de todo primer libro. A la Revista de la Universidad de Antioquia llegó como asistente de la dirección. Fue un suceso importante para ella porque le permitió seguir en su proceso interno de escritora y editora; Janeth actualmente dirige la editorial de la Universidad Nacional acá en Medellín”, dice el poeta con quien Janeth trabajó durante cinco años.
De esa época, Janeth cuenta que escribía poesía y que tenía un par de cuentos. Con ellos se presentó a los Estímulos de Arte y Cultura de la Alcaldía de Medellín en el 2009, en los que resultó ganadora en la categoría de creación de cuento.
Los jurados decían “el cuento está muy bueno” pero no hay proyecto. Porque proyecto no había, yo había escrito dos cuentos en la vida prometiendo que iba a escribir nueve. Tenía la ilusión de ganármelo y cuando me lo gané dije: juepucha, me encarté.
Tenía, afortunadamente, preguntas qué responderse. De ahí salieron las otras siete historias y las posibilidades que hoy le permiten dedicar su vida al mundo editorial. Ella reconoce ese primer estímulo como el empujón definitivo para meterse en el oficio de la escritura de cuentos y para hacer de los libros su vida cotidiana.
«Alguien me decía que eso se dio también porque uno a la literatura tiene que darle para que le dé. Yo me gané la beca un año luego de haber dejado un trabajo de la Universidad Nacional porque quería estar cerca de la literatura. La beca me permitió estar tranquila por un tiempo, sin pensar con qué voy a pagar, y cosas como esa», menciona Janeth.
Los caminos del cuento
Gabriel Lopera, editor y corrector en Sílaba Editores –sello con el que Janeth publicó su segundo libro– dice que ella es una mujer bacana, sencilla y con sentido del humor desde la tristeza y la angustia. Que es de esas personas que se siente –al poco tiempo– como si la conocieras desde hace muchos años. “Se parece a la protagonista de Yuyu y el miedo de Alejandra Toro y Lilú Escobar, una niña que en un día de valentía vence sus miedos. Ella puede tener inseguridades pero se pone a hacer las cosas y le va bien”, dice Gabriel y pone como ejemplo a la Editorial Hilo de Plata, que creó Janeth con su hermano desde hace 4 años y que ha publicado 35 títulos de autores nacionales y uno internacional.
Ella se reconoce como un poco hiperactiva. Piensa en ideas nuevas, lee textos diferentes, trabaja en corrección de estilo y también explora la diagramación. En la Fiesta del Libro y de la Cultura 2018, su editorial lanzó una novela gráfica del autor Daniel Tobón. Cada libro y cada autor acompañados son un camino diferente, con sus bemoles y ventajas, con sus dolores y sus gozos, dice ella. Lo mismo sucede con los géneros que ha explorado: de la poesía al cuento, y ahora a la novela.
Descubrí que el cuento me ofrecía unas posibilidades de exploración maravillosas. Lo que muchos pueden decir desde la poesía yo no lo puedo decir: yo necesito buscar otras formas, extenderme a veces. Yo he querido que la escritura no me abandone, pero debo confesar que estoy muy metida en la edición: todo el tiempo estoy leyendo cosas de otros, pensando. Pero sigo escribiendo, para mí es necesario escribir, es un proyecto de vida.
Una de las inquietudes que la persigue son las partes escondidas del ser humano. Saber que parecemos solo uno cuando en el fondo somos muchos. Protagonistas que desdoblan aquellas partes que no siempre son evidentes para los demás y que logran leerse en cuentos como La salida está cerrada, La ley de Josefina y Los viudos florecen.
A ella no le parece fácil escribir. Se reconoce demorada e insegura, pero lo disfruta. Entre el primer libro de cuentos Cuando una mujer está triste y su segunda obra La salida está cerrada –ambos ganadores de estímulos de arte y cultura– superó su propia timidez para decir ciertas cosas que quería decir.
«Mi papá es el único de mi familia que ha leído todos los libros. Que en la casa supieran que escribía no significaba que supieran qué escribía. Por eso quiero tanto el segundo libro porque dije: ‘qué bobada, pues lo que yo tenga que decir lo digo. Si piensan que yo soy eso que está ahí, es su problema, no el mío'», dice Janeth sobre la publicación de su segunda obra de cuentos.
Ella plantea que los escritores deben escuchar el mundo con todos sus matices y frecuencias. Tener el oído muy afinado para aprender a escuchar las diferentes voces: que cada historia y personaje tengan su propia vida, su propio mundo, lo que implica que tengan su voz, su forma de contar.
Los escritores debemos tratar de escuchar en diferentes frecuencias porque uno tiende a repetirse: hay obsesiones, preguntas. Pero si repites la pregunta y repites el tono terminas escribiendo el mismo cuento para siempre jamás.
Compartir para crecer
Para no repetirse, Janeth cree en el taller como espacio que le permite compartir y discutir alrededor de la creación literaria. Desde hace varios años asiste a ellos e incluso, luego de dejar las labores de ingeniera, ha dirigido el Taller de literatura para adultos de la Biblioteca Pública Piloto y todavía hoy acompaña el curso avanzado de escritura en la Academia Yurupary.
Norha Mendieta, escritora y quien desde hace más de 8 años asiste al taller de la Piloto, recuerda que fue Lucía Donadío quien propuso a Janeth como orientadora, esto después de que el grupo había rechazado varios nombres propuestos. “No la conocíamos, pero desde que entró al grupo hubo empatía, porque es una mujer dulce y serena y es muy fácil establecer con ella una buena relación”. Norha la recuerda como trabajadora, muy puntual y muy preparada para los encuentros. Una mujer que respetaba la opinión de los demás pero era también muy ecuánime para comentar los textos de los asistentes al taller.
«No se trata de desbaratar ni castrarle las posibilidades a nadie. Intento ser honesta y amorosa, busco que cada uno haga su obra de la mejor manera que pueda hacerla», dice Janeth sobre su labor en los talleres de escritura.
Una de las bondades del taller es escuchar las observaciones a los textos ajenos y verlas reflejadas en las construcciones propias. Así, dice ella, logra romperse la relación afectiva que los autores tienen con sus historias.
Por el trabajo ya casi no asiste como discípula a los talleres. Cuando puede, se reúne con dos amigas y se leen entre sí. Ella cree en la mirada de la otra, y escucha sin miedo cuando le dicen que está botando corriente. No compra del todo el argumento de quienes dicen que escriben para sí mismos, para ella escribir es un acto que involucra al otro: ella escribe y edita para que otros leamos.
Janeth acelera el paso cuando comienza a hablar de la labor editorial. Para ella, es el oficio más hermoso que le han enseñado. Después de ser correctora de estilo en varias editoriales de la ciudad, de trabajar en El Tambor Arlequín, editorial que hoy ya no existe, y de fundar Hilo de Plata, le abre posibilidades a otros autores locales, así como hicieron con ella cuando ganó su primer estímulo.
Vale la pena trabajar para que haya posibilidades para otros, que no sean siempre los que tienen éxito comercial. Esa posibilidad de descubrir gente que escribe cosas bonitas, impactantes, que dices “esto debería estar publicado”, eso me mueve mucho. La edición independiente, en pequeña escala, tiene mucha cabida.
Elkin Restrepo recuerda que autores que escribían en la Revista de la Universidad de Antioquia le agradecían a Janeth que no se limitara sólo a hacer corrección de estilo, sugiriéndoles cuando era el caso modificaciones a sus textos.
Luego del cierre de El Tambor Arlequín, muchas personas la seguían buscando para que les corrigiera y ayudara a sacar adelante sus libros. Por eso ella siguió madurando la idea de fundar una editorial.
«Como editorial ya publiqué una Beca de creación. Se trata de un libro de Cristian Romero, que lo conocí como compañero de taller y, cuando se ganó la beca, le dije que se lo quería publicar. Me gusta mucho como escribe, me parece que es muy talentoso», menciona Janeth.
Cristian recuerda que fueron compañeros del taller de escritura en la Universidad de Antioquia durante casi cuatro años. Que ella fue testigo de su evolución: de cómo comenzó escribiendo textos de una página y terminó ganándose en el 2015 el estímulo de arte y cultura para publicar su primer libro de cuentos, Ahora solo queda la ciudad que fue publicado por Hilo de Plata en el 2016.
“En los talleres yo recuerdo que ella siempre me alentaba mucho. El libro ha tenido una buena vida gracias a que lo ha movido y a su sensibilidad para coger las potencialidades de un relato y decirle en qué está fallando o en qué está bien”, dice Cristian quien además le agradece que como editorial lo haya postulado a Bogotá 39-2017, la lista que publicó el HayFestival con los que considera los 39 mejores escritores de ficción menores de 40 años de América Latina, en la que Cristian quedó incluido.
“Ella hizo todos los trámites para postularme. Estar en esa lista me ha permitido encontrarme con muchas posibilidades: conocer gente de mi generación en Latinoamérica, que está escribiendo y haciendo cosas con las que me puedo sentir identificado, también me ha permitido asistir a varios eventos y a publicar la novela Después de la ira con Alfaguara”, reconoce.
Una obra construida con hilos de plata
A mediados del 2018 Janeth se despidió del taller de literatura para adultos de la Piloto. Después de 10 años de recorrer otros caminos le llegó una nueva oportunidad en su Universidad, donde comenzó la vida laboral como ingeniera administradora. “Fue muy triste despedirla, pero nos alegró mucho el trabajo por el que nos dejó: la nombraron en la Universidad Nacional y en un cargo de importancia”, dice Norha al recordar la despedida, con regalos incluidos, que le hicieron entre los compañeros del taller.
Janeth es desde hace varios meses la Jefe de Publicaciones de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín. Ella dice que es como el rompecabezas que se junta. Como su escribir lento pero certero; como la filigrana, que construye con cuidado y cariño a partir de diminutos hilos de plata.