Que el cuerpo sea el medio, que el arte haga las preguntas
«Una es más auténtica, cuanto más se parece a lo que soñó de sí misma”
La Agrado, Todo sobre mi madre.
Obertura
Tras el último giro las parejas de baile detienen sus pasos en el escenario. Termina el pasillo e irrumpe el silencio; por un instante las luces del teatro se apagan, anuncian la entrada de un personaje ajeno a los bailarines que se pasea por las tablas con su falda de velo brillante, con su tocado alto en la cabeza.
Es una figura andrógina más cercana a una película de Almodóvar que a los aires andinos que proceden de la montaña. Parece fuera de lugar en este cuadro, reservado a la danza tradicional campesina, pero la seguridad de sus pasos desmiente cualquier asomo de duda. En ese instante, su voz y su presencia son protagonistas en una escena que ahora le pertenece. Avanza hacia el público y con firmeza anuncia:
“…Pues sí señoras y señores, este es el folclor. Una doctrina, casi un asunto religioso, un misterio que nadie cuestiona y que se debe cumplir, una pieza de museo que debe conservarse intacta en el tiempo…“ ”…Ustedes y yo hemos tenido la oportunidad de apreciar innumerables representaciones de ese folclor. Ahora bien nosotros lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales nos incluimos en ese folclor que desde sus cánones nos ha excluido. Lo apropiamos porque es tan nuestro como de ustedes, para nosotros es un asunto de identidad porque somos ciudadanos y ciudadanas de este país. He aquí nuestra representación”.
Suenan las gaitas y las tamboras para marcar lento el ritmo de un bullerengue que apenas se anuncia, los bailarines asumen de nuevo el protagonismo mientras se cambian de vestuario frente al público. Los hombres se apartan de los machetes y sombreros para tomar las faldas blancas que evocan el vaivén de las olas. Las mujeres asumen el rol masculino en el baile y al son marcado por la cantaora elevan sus brazos para aplaudir ese canto festivo y a la vez melancólico del palenque; canto que ha viajado por muchos mares distintos y que ahora llega a tierra firme para ser reinterpretado.
Allí, en esa visión que acoge lo tradicional para renovarlo desde una mirada propia está la esencia de Otredanza, nombre de la compañía artística que lidera esta propuesta escénica. Aquí el cuerpo en movimiento es el medio para interrogar las formas tradicionales del folclor, los roles de género y las creencias e imaginarios sociales frente a la comunidad LGTBI.
En palabras de Lillith Border Line, gestora cultural y fundadora de la compañía, escoger Otredanza como nombre de la agrupación refleja ese vínculo con la otredad que alude a lo diverso, “a esos otros que no hacen parte de la sociedad heterosexual, a los campesinos, los afro, los indígenas”, a todos los que de alguna manera escriben su historia en otros márgenes sociales e históricos.
Con este espíritu nació en el año 2011 el proyecto artístico que empezó inicialmente como un espacio de formación en danza para población LGTBI. Sin mayores pretensiones, los talleres se dictaron por un año hasta que llegó la oportunidad de participar en el concurso Iniciativas Culturales Juveniles, liderado por la Secretaría de Juventud que significó acceder a un proceso de formación en el Instituto de Bellas Artes y al montaje de su primer obra Nómades.
Entonces generar un proyecto artístico de mayores alcances se mostró como una idea posible, una iniciativa que logró consolidarse al ganar en 2013 la Beca de creación en la modalidad Arte y cultura para la inclusión.
Acto I. El artivismo
Una llorona drag encabeza esta comparsa de almas en pena que con gritos agudos lamenta no llegar a la divinidad del cielo. Sus llantos dolorosos avanzan por las calles y llaman la atención de los asistentes. Las almas perdidas tienen un mensaje para los seres terrenales: “La homofobia no es un mito, es una realidad que debemos transformar”, dice el cartel que sostienen mientras sus ojos desorbitados intentan conectarse con el público del histórico desfile. Se trata del Carnaval de Luces, Mitos y Leyendas del año 2014, en el cual Otredanza participa como ganador de becas en la modalidad Comparsas.
Esta fue su primera presentación en espacio público, un reto que asumirían nuevamente en el Desfile de Silleteros del año 2015. Para Jonnys Quintero, director administrativo e integrante de la compañía, estas becas significaron salir de la intimidad del teatro a la expresión en la ciudad misma, durante eventos en los que no había participado antes un grupo LGTBI.
Salir a las calle fue un factor que los motivó a asumir públicamente un mensaje de “artivismo”, una apuesta donde precisamente la palabra público marcó para muchos integrantes su proceso personal y colectivo.
“Yo nunca había participado en un evento LGTBI, entonces al principio pensaba: que no vaya a salir en las cámaras de televisión. En Mitos y Leyendas por ejemplo con peluca y maquillaje era más difícil que nos reconocieran, son cosas que se piensan porque no faltan en la comunidad miembros que no han querido demostrarle a la ciudad y al mundo lo que son. Pero en el Desfile de Silleteros no había disfraces, eras tú sin maquillaje, vestido de folclor, a plena luz del día recorriendo las calles, diciendo este soy yo, aquí estoy para bailar”.
Lo que más emociona a Jonnys es recordar la respuesta de los asistentes a los desfiles. “Gozamos mucho estos eventos y todas las presentaciones. Me encanta porque sentimos que nos aplauden no porque seamos de la comunidad LGTBI sino porque hacemos un buen trabajo. No son aplausos porque somos las maricas, son aplausos porque somos buenos artistas y llevamos un mensaje contundente a la sociedad”.
La conceptualización de estos mensajes se da en Otredanza a partir de la investigación dirigida por su grupo de creación artística. Precisamente uno de los temas que más ha motivado este trabajo es el del VIH, indagación que los ha llevado a visitar centros hospitalarios, sicólogos y fundaciones donde residen personas con esta enfermedad. Basados en la temática han producido obras como V.I.H Musical Performative-drag (Beca de creación en la modalidad Arte y cultura para la inclusión, 2013) y Vhiva la VHIDA (ganadora de becas a la creación 2017).
“Soy Estela y estoy muerta, morí a los 63 años, viví con VIH pero no morí de eso”. Así inicia el texto de Juliana Restrepo artista invitada a la obra para dar vida a Estela, una de las historias encontradas en este proceso. Como ella entran en escena Sara aquella empleada doméstica que se contagia con el virus al socorrer a una persona herida y algún personaje sin nombre víctima de abuso sexual, quien desde su anonimato declara.
“Salí a beber unas copas, entré a un bar, crucé miradas con un chico, con otro chico, otro chico, pero esa noche no era noche loca. Entonces seguí bebiendo, se hizo tarde, me abordó un hombre corpulento y bien parecido pero como ya dije no era noche de amantes. Salí del lugar, él ofreció llevarme, los recuerdos son vagos, mi cara estrellada contra el piso, una alfombra con olor a polvo y a viejo, desnudo sentía su cuerpo sobre mi espalda, me dolía la penetración. Salí corriendo del lugar, llegué a mi casa, me metí horas en la ducha, pensé en denunciarlo pero quién me creería, a un hombre no lo violan, menos si es homosexual y con unos tragos de más. Primero sería objeto de burla que de lástima siquiera”.
Vhiva la Vhida es una de las obras con mayor proyección de Otredanza. En ella se fusionan el baile, el teatro, el transformismo y el audiovisual para entretejer relatos de vida que lejos de la ficción, emergen para mostrar las realidades profundas que se enfrentan cuando se asume el diagnóstico del VIH.
Acto II. ¿Hay vida después de las becas?
Los estímulos a la creación le han permitido a Otredanza obtener recursos para apoyar su constante proceso creativo y mejorar la factura de sus producciones, con una inversión significativa en investigación, vestuario, puesta en escena y asesoría interdisciplinaria de otros colectivos artísticos.
La mayoría de sus montajes han estado mediados por recursos asignados desde las becas, pues han ganado seis premios en los últimos cinco años. Con un récord así es inevitable plantear los interrogantes: ¿Qué pasa si no se ganan más estímulos? ¿Hay vida después de las becas? La respuesta para Otredanza es sí, hay vida pero solo si estas sirven como peldaño para la gestión y las obras producidas logran circular en el escenario cultural de la ciudad. De lo contrario, son un fin en sí mismo mas no el medio para lograr una mayor proyección en el quehacer de los artistas.
Sobre esto Lillith Border opina :“Si una administración dispone un recurso económico para la creación lo menos que puede hacer el sector es ir por ese recurso. Eso no es dependencia, es simplemente saber cómo hacer la gestión, eso sí con un proyecto sólido y no de manera oportunista. No fue que a nosotros se nos ocurrió conformarnos para ir solo por un estímulo, cuando Otredanza fue por el primero ya contaba con tres años de trayectoria sostenida”.
A partir de las becas la compañía de danza ha consolidado un portafolio que ahora busca acceder a premios en el ámbito nacional. El primer logro en este sentido llega el presente año con el Ministerio de Cultura, en un estímulo de circulación que les permitirá viajar a México en noviembre. Se han propuesto además explorar la gestión del sector privado y aguardan la decisión de una reciente audición que podría llevarlos hasta la Bienal Internacional de danza en Cali el año próximo.
Coda
“Hoy y siempre vivo y celebro lo que soy”, recitan los bailarines antes de que las luces desaparezcan del escenario para dar por terminada la función. Un pequeño silencio separa la música de los aplausos del público, aplausos que celebran la libertad que entrega la danza a aquellos intérpretes que se sienten y se saben libres.